viernes, 16 de marzo de 2012

EL ALCOHOLISMO EN EL CINE: DÍAS SIN HUELLA

Tibisay López






El miércoles 7 de los corrientes, como actividad ordinaria de los posgrados de Psiquiatría y Clínica Mental de la Universidad Central de Venezuela con sede en el Hospital Psiquiátrico de Caracas, se dió inicio el ciclo "El alcoholismo en el cine", con la proyección de la película Días sin huella  ("Lost Weekend") de Billy Wilder.  El cine-foro subsecuente fue coordinado por la autora del presente texto, quien además de ser Coordinadora del Curso de Especialización de Psiquiatría, es la Jefa del Servicio de Recuperación de Enfermos Alcohólicos. 

 


UN FIN DE SEMANA PERDIDO                             
                                 



Es una película estrenada en el año 1945 dirigida por Billy Wilder (conocido más bien por sus ácidas comedias), basada en la novela de Charles R. Jackson del mismo nombre. Fue adaptada por Wilder y Charles Brackett. Premiada con cuatro de los Galardones mayores de la Academia: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor (Ray Milland) y Mejor Guion.

Muestra la dolorosa caída de un adicto quien pierde su dinero, carrera, honorabilidad, compromiso con familiares y consigo mismo e incluso la libertad, al ser hospitalizado en una sala de rehabilitación por causa de una  búsqueda desenfrenada de alcohol que dura  cinco días.

Pertenece a la serie black thrillers (cine negro), ya que presenta el aspecto sombrío y dramático del alcoholismo, reflejando el deterioro del individuo y  su impacto como  problema social. Fue la primera vez en la historia de Hollywood que se exhibió en la gran pantalla una visión real de la enfermedad, ya que antes “el borrachín” era mostrado en forma jocosa y simpática, tratando el tema con ligereza y escondiendo como un tabú el lado oscuro del problema. Su lanzamiento fue controversial, ya que la industria del licor se sintió amenazada, y los representantes de ésta pretendieron comprar los negativos de la cinta y sacarla de circulación. La gran aceptación de audiencia, los críticos y los estudios que editaron la película, quienes la consideraron como algo sensacional, lograron salvarla de caer en el olvido. Escenas del poderoso alcohol en botellas humedecidas y tentadoras fueron sustituidas por largas y austeras filas de botellas y  vasos de vidrio.

Miklos Rozsa introduce por primera vez música electrónica en una película, confiriéndole un carácter espeluznante a la  vibración que utiliza en momentos cumbres para simbolizar  la percepción distorsionada de la realidad del bebedor durante sus pesadillas.

 La película presenta una estructura circular: empieza y termina con una visión panorámica de horizonte Newyorkino, también en este sentido fue revolucionaria, ya que es la primera vez que las tomas de una ciudad se realizan en vivo y no son producto de una escenografía “maquillada” en los estudios. El director quiere señalar aquí la decadencia de la ciudad al igual que del protagonista como puede observarse en la suciedad de las calles en las tomas cuando Don busca licor desesperadamente. El recorrido se detiene en la tercera ventana de un edificio, “una ventana cualquiera” donde detrás de sus paredes se desarrolla esta trama, un drama cualquiera. De la manivela de la ventana cuelga una botella y la vida de un adicto llamado Don Birnam, es el primer indicio de los “ingeniosos” escondites que utiliza el protagonista para engañar el seguimiento vigilante de su hermano (Wick) y su novia (Helen).

Según explica David E. Shoen en su libro LA GUERRA DE LOS DIOSES EN LA ADICCIÓN hay esencialmente cinco estados mayores en el desarrollo de una típica adicción psicológica.

Estadio 1- Identificación con Ego/Persona y alineación como falso self.

Estadio 2- El desarrollo de la sombra personal.

Estadio 3-  La introducción del comportamiento potencialmente adictivo.

Estadio 4-La creación del complejo sombra-adicción.

Estadio 5-El complejo sombra-adicción toma toda la psique.



Wick ha decidido irse un fin de semana al campo con su hermano para celebrar y apoyar a Don, quien tiene diez días de abstinencia. Mientras empacan, se nota la mirada furtiva de Don hacia la ventana, que ilustra  la focalización de la  atención del paciente en la sustancia. Toda su conducta está dirigida a empacar la botella para el viaje. Distrae a su hermano e intenta meterla en la maleta y en vista de su fracaso utiliza tácticas para dilatar la hora de partida. Su novia Helen St. Fisher llega con regalos para el viaje y antes de salir dice que tiene dos entradas para un concierto en Carnegie Hall, oportunidad que no desaprovecha Don para proponerle a ella y su hermano que asistan al espectáculo mientras él reflexiona un rato. Wick y Helen aceptan, pero antes de salir Wick se da cuenta de que el cigarrillo que lanzó quedó en la ventana y cuando va a recogerlo encuentra la botella. En esta escena podemos ver la frustración de los familiares, el rostro cansado de Wick y la decepción de Helen, quien incluso le dice que intenta no dejar de amarlo. Don miente, conducta frecuente en la adicción y dice no recordar que la botella estaba allí, argumentando que debe ser de su última recaída, y su hermano, a sabiendas del riesgo que corre dejando el alcohol a su alcance, bota el whisky por el sumidero de la cocina. Helen preocupada no desea irse y dejarlo solo, pero Wick la tranquiliza diciéndole que Don no tiene dinero y no le darán crédito debido  que él se hizo cargo del asunto y le advirtió a todas las tiendas y bares de la zona que no pagará más los consumos de su hermano. Este hecho nos muestra la alta carga de responsabilidad que secuestra energía y desgasta a los familiares del adicto en su intento de evitar el consumo de alcohol por parte del paciente y paralelamente nos dejar ver la ingenuidad que les hace suponer que por que tiene diez días sin beber la situación está controlada y  el problema no amerita una intervención mayor que un fin de semana de relax.

Al quedarse solo Don busca desesperadamente en los escondites usuales que le proveen abastecimiento. Estas escenas muestran la ansiedad que le genera la insidia, o deseo pertinaz de tomar. Mientras Don busca licor desaforadamente, la señora de la limpieza toca el timbre, él no la deja entrar, le responde malhumorado ( ya había dado algunas muestras de agresividad, por ejemplo, cuando le dijo a su hermano que si no le creían él no iba a ir a ningún "maldito fin de semana”); la señora le pregunta si Wick no le ha dejado su paga y Don, quien se ha envilecido tomado por el complejo Adicción- Sombra, complace su insidia y decide tomar el dinero del salario de la mucama y decirle que regrese el lunes.

Luego sale a buscar dos botellas del whisky “más barato” y le dice al vendedor que "alcohol es alcohol", es la tendencia a no discriminar y consumir cualquier tipo de bebida, a la vez se engaña a sí mismo cuando le dice que son para la lámpara, pretendiendo que las personas no están al tanto de su adicción.Oculta las botellas en una bolsa de papel y utiliza la treta de colocar manzanas pretendiendo evitar el chismorreo de las señoras en la calle, quienes por supuesto murmuran a su paso, “Es el joven agradable que bebe”. 
Luego va al Bar de Nat en la Tercera Avenida, éste es un símil del legendario P.J. Clarke’s  (Un famoso bar establecido en 1884 y que ocupaba una construcción localizada en la 915 Tercera Avenida, en la esquina noreste de la calle 55 en la ciudad de Nueva York), se distrae y a pesar de haberle dicho al bartender que le avise antes de las 6, hace caso omiso de la advertencia de Nat y se retrasa. Don pretende controlar la cantidad de alcohol llevando la cuenta con los círculos que dejan los vasos de medida en el bar. No deja que Nat limpie la mesa ya que estos círculos de  humedad son el símbolo de la profundidad de su embriaguez. Y los llama "mis pequeños círculos viciosos”, simbolizando el crecimiento del la Sombra que acompaña la identificación con el Falso Self en la adicción.

En la adicción existe en etapas iniciales una sobreidentificación con la Persona, que es la máscara que viste el individuo en la relación con el mundo y los otros. En este caso, Don pretendió inicialmente ser un gran escritor, y en su proceso de inflación abandonó la universidad, lo que generó la frustración y el fracaso que acompañó el desarrollo de la Sombra.

La tensión de la Persona y la Sombra personal aumentan y el ego busca alivio a través de estrategias de escape y evitación a través de mecanismos de afrontamiento que vienen concentrados alrededor de descargas repetitivas de tensión previstas de varios comportamientos potencialmente adictivos como es el uso del alcohol y de las drogas, juego, sexo, comida, trabajo, relaciones, o cualquier cosa. Poco a poco se va desarrollando el complejo Adicción-Sombra.



En otra escena, Don le cuenta a Nat que llevará las botellas al viaje, le dice que sólo las lleva para asegurarse que las tendrá  si las necesita, que sólo desea verlas y que eso es suficiente para darle tranquilidad. Este diálogo nos ilustra la negación del adicto; todos se consideran a sí mismos como que su caso no es igual a otros, y pretenden tener control sobre la bebida. Don se engaña pensando que no consumirá durante el fin de semana, cuando ni siquiera puede parar de beber para abordar el tren, característica que diferencia la enfermedad de los “alcohólicos funcionales”. Esta fantasía negadora también se pone de manifiesto cuando entra en el bar para tomar un único trago y para suponer que su hermano y su novia no notarán su aliento etílico.

En el bar ha flirteado con una joven llamada Gloria que posteriormente será engañada por él en una nueva estrategia para conseguir dinero sin importar los sentimientos de la joven,  conducta que hace palpable  su manipulación y falta de empatía.

Sale rápidamente del bar e incluso llega en el momento en el que su hermano se va solo, pero decide quedarse tal vez por que  no ha tenido tiempo de empacar sus botellas. Entra a hurtadillas escondido de su novia, a la que evitará desconsideradamente todo el fin de semana para sortear todo aquello que se interponga al consumo. Esconde una botella en una de las lámparas de la casa en un ritual que parece más realizado para sí mismo, ya que sabe que lo olvidará pronto y que si está a su alcance consumirá ambas botellas y se quedará sin abastecimiento para el fin de semana. Se relaja con la otra botella en una escena magistral que muestra el placer del consumo, mientras el  líquido vibrante del vaso llena la pantalla simbolizando la inmersión del protagonista en el alcohol.

El día viernes va nuevamente muy temprano al Bar de Nat, habla de la tortura de su abstinencia cuando las tiendas cierran y los bares abren tarde, los domingos. Mientras está bebiendo en el Bar de Nat, Don le cuenta su historia a Nat quien cede fácilmente aunque está en desacuerdo con la forma de beber de Don. Mediante el recurso de un "flashback", se nos cuenta cómo Don conoció a Helen tres años antes en la Ópera Metropolitana después de la presentación de matinee de La Traviata, gracias a una confusión en la entrega de abrigos. En su mente durante  “Libiamone’ lieticalici”, en el primer acto, lo asalta la insidia, pierde la concentración en la obra y sólo está pendiente de las copas y las botellas, y se presenta ante el una ilusión donde  los cantantes en escena se han convertido en una fila de abrigos donde se observa una botella de whisky en un bolsillo. Sale de la presentación antes de tiempo y va por su abrigo, pero le entregan un abrigo de de mujer hecho de piel de leopardo. Después que termina la presentación, él espera hasta que alguien reclame el abrigo, para poder cambiarlos y recuperar el suyo. La ansiedad de consumo lo ha transformado en un hombre  grosero que le tira el paraguas, pero rápidamente recupera el control y establecen una buena relación. El acepta la invitación de ella a una fiesta coctel, se enamora de ella y toma jugo de tomate evitando el alcohol por semanas.

Su relación toma seriedad. Un día él está por reunirse con los padres de Helen, visitantes de Toledo, Ohio, a quienes oye por casualidad discutiendo sus fallas de carácter en el lobby del hotel. Sobrepasado por la ansiedad, escapa a una cabina telefónica cuando Helen llega, y mientras clandestinamente la observa, finge llamar de otro sitio y le dice a ella que vayan comiendo sin él. Este incidente causa una recaída. Más tarde Wick intenta cubrir la ausencia de Don diciéndole a Helen que Don está en Filadelfia, característica bastante común en la familia del alcohólico que guarda el secreto de la ingesta y encubre la enfermedad por vergüenza. Don sale de su escondite y le confiesa su problema con el alcohol a Helen.

Él se reconoce a sí mismo como dos personas: “Don el escritor” y “Don el borracho”, quien es dependiente de su hermano. Aquí se puede observar con claridad cómo se ha desarrollado el complejo Adicción-Sombra, y se consteliza la Sombra Arquetipal/Mal Arquetipal, dando salida a un personaje monstruoso cada vez que el paciente ingiere alcohol. La negación y  el sentido narcisista de su excepcionalidad concretan la escisión o split de la personalidad en dos: el amable, amoroso, y respetuoso comparado con el Dr. Jekyll de la novela de Robert Louis Stevenson y el grosero, malvado y cruel Mr. Hyde; el alcohol se ha comparado con la sustancia que tomaba el Dr. Jekyll y lo transformaba en el sombrío Mr. Hyde, capaz de las más atroces vilezas preso de la autonomía de su lado oscuro no reconocido.

Nuevamente flirtea con Gloria y esta vez es confrontado por Nat, quien le reclama que la engaña invitándola a salir, cuando él sabe que no irá a ningún lado. Nat, quien le conoce, sabe que ya ha iniciado el consumo y como bebedor compulsivo que es, no se  detendrá para ir a un compromiso en la tarde. Además le recuerda que tiene una novia y ni siquiera ese compromiso es suficiente para él.

Nat le pregunta por las botellas que cargaba el día anterior y Don sale airoso al recordar que tiene reservas en casa, sin embargo, no puede encontrar la botella de whisky escondida, pero descubre en un paquete de fósforos el nombre de un bar que él no ha visitado antes . Para pagar su cuenta en Harry &Joe´s, roba el bolso de mano de una mujer, lo lleva a la sala de hombres, y extrae suficiente dinero para pagar su cuenta. Don ha tocado fondo, la conducta circunscrita a su círculo cercano se ha extendido, y en estado de ebriedad ha robado a un tercero para consumir. Admite que ha tomado el dinero, como si una parte de él quisiera que lo agarraran y le pusieran límites.

Mientras tanto, Helen ha intentado infructuosamente comunicarse con él. El complejo Adicción-Sombra ha tomado toda la psique. Muchos esposos y amigos de los alcohólicos practicantes saben que no pueden interponerse entre un alcohólico practicante y su botella, si lo hacen se arrepentirán, y serán seriamente heridos.  Esta es la presión que amenaza a los amigos y familiares que no confrontan la realidad de la adicción, pero operan en el inconsciente la racionalización, justificación y negación y se transforman en posibilitadores.
El sábado, el teléfono de Don suena repetidamente, él supone que es Helen, y lo ignora. Trata de empeñar su máquina de escribir que representa su único modo de subsistencia, es la renuncia a su carrera y a su vida en una jugada de autodestrucción, pero todas las casas de empeño de la Tercera Avenida están cerradas por causa de Yom Kippur (que los dueños cristianos de negocios similares aceptan a cambio de que los judíos cierren los domingos y Día de Gracias). Regresa exhausto al bar, pero Nat se reusa a servirle. Visita a Gloria  quien a pesar de estar molesta con él se deja manipular y le da dinero. Cae por las escaleras y queda inconciente, es llevado a la sala de alcohólicos de un hospital el domingo,  es confrontado por ‘Bin’ Nolan quien bromea contándole historias de las otros pacientes en “Plaza Hangover”. Bim permite que entre en la sala donde estaban los pacientes con delirium tremens, visita que se convierte en una pesadilla.  Durante la noche, vistiendo un abrigo robado sobre sus pijamas, Don logra  escapar mientras el personal está ocupado con el disturbio ocasionado por  un paciente violento.

Mientras tanto, Helen duerme en las escaleras fuera de su apartamento. Don siempre ignora su envío de leche y periódico, pero Helen es despertada por el lechero, la casera de Don le dice que éste anda en una de sus juergas. En otro lugar, en una tienda que está abierta  Don roba una botella de whisky barato al asistente vendedor. Regresa a casa e ignora el timbre del teléfono. Más tarde, mientras está en estado de ebriedad, presenta por primera vez las alucinaciones, de las cuales ya había sido advertido: un ratón aparece en una grieta de la pared y un murciélago vuela por la habitación. El murciélago ataca el ratón. Helen regresa, alertada por una llamada de la casera de Don quien ha escuchado sus gritos. Encontrándolo en un estado delirante, ella se compromete a cuidar de él y pasa la noche en el sofá de Don.

En la mañana del martes, Don está otra vez ausente. Helen se da cuenta  que Don ha empeñado el abrigo de piel de leopardo –Lo que les había unido- por un arma, presa del la ferocidad asesina del complejo. Una vez más, Helen regresa al apartamento de Don. Él está impaciente por deshacerse de ella, sin embargo ella le pregunta si puede prestarle  su abrigo. Don le dice que su relación ha terminado. Helen ve en el reflejo del espejo la mancha del arma escondida en el lavamanos y se propone distraerlo ofreciéndole un trago.   Logra quitarle el arma y le reitera su amor.

Mientras Helen trata de persuadir a Don de que deje la bebida, suena el timbre de la puerta. Don contesta, y Nat entra a regresarle la máquina de escribir que Don perdió en la casa de Gloria la noche que se cayó. Hace su entrada la sincronicidad y confluyen un evento interno donde Don se pregunta por el sentido de su vida y un evento externo la llegada del bartender con la máquina de escribir. Helen lo persuade de que “Don el escritor” y “Don el borracho” son la misma persona, Don finalmente se dispone a escribir la novela La Botella,  dedicada a Helen, en la cual cuenta los eventos del fin de semana. El deja caer un cigarrillo en el vaso de whisky en lugar de tomárselo. Recuerda que mientras empacaba para su fin de semana perdido su mente estaba en la botella suspendida fuera de su ventana, el pondera, sobre la toma  de decisión inicial de un cambio total, ¿cuántas personas en la ciudad de Nueva York están en la misma posición que él?

1 comentario:

  1. En alguna oportunidad en el programa televisivo de Joe Franklin, Ray Milland leyó una carta que le había enviado un espectador del filme: «Querido señor Milland. Soy un fanático de las películas y un alcohólico crónico. Nunca he estado tan conmovido por una película como con The Lost Weekend. Después de ver su magistral retrato de un bebedor en esa película, he decidido dejar de ir a cine».

    ResponderEliminar