viernes, 9 de marzo de 2012

LOS AUSENTES

Iniciamos esta nueva bitácora de la mano de Eugenio Montejo. Además de las razones de índole literaria y del innegable prestigio de este gran poeta venezolano (1938-2008) existen motivos sentimentales que deberían justificar un artículo en Mi colcha de retazos. Montejo fue invitado por nosotros a dictar una charla en la Escuela de Psiquiatría y Psicología Clínica en el Hospital Psiquiátrico de Caracas, donde leyó textos suyos y de otros autores.  Terminó su conferencia-recital con el poema que reproducimos a continuación.







VIAJAN conmigo mis amigos muertos.
Adonde llego, van por todas partes,
apresurados me siguen, me preceden,
gentiles, cómodos e incómodos,
en grupos, solos, conversando, paseando.
A mi paso se mezclan sus huidizos colores
hasta envolverme en un lento crepúsculo...
Tantos y tantos, cada quien en su estatua,
y en torno siempre las máscaras del sueño.
Y mi estatua tambien a su lado, flotando.
Muertos de nunca habernos muerto,
de estar en algún tiempo, en algún parque,
juntos y apartes, conformes, inconformes,
mudos, charlando, con voces, sin voces,
en verdad ya ni vivos ni muertos:
algo intermedio que tampoco es estatua
aunque tengamos ya de piedra los ojos
y unos y otros nos sigamos corteses, polémicos,
contentos de estar en la tierra y de no estar en ella,
en eternas tertulias donde, se hable o no se hable,
todo queda para después o para antes,
para cuando no sabíamos que después era entonces
ni que nuestras sombras de pronto levitaban
visibles e invisibles en el aire.


                  *   *   *







UN instante de nuevo me reúno con ellos,
conversando otra vez esta tarde, tan tarde,
en un Café de ruidos urbanos, suburbanos...
Es decir, bebiendo sin beber, un poco abstemios,
pues los muertos no beben, pero beben a veces,
juntos y alegres, aunque no tanto, sino alegres,
con un trago o ninguno, pero con un trago,
creyendo que el tiempo ya pasó y no ha pasado,
y por eso pasó sin pasar, es decir, nunca pasa.
Cada quien con un whisky  sin hielo o con hielo,
más cálido que frío, sin instante un instante,
con el recuerdo que nada recuerda esta tarde
y por eso se acuerda ahora de todo...
Bebiendo con ellos que fuman y charlan,
que parten y vuelven, dialogan, discuten,
hablando por hablar y a veces por no hablar,
hasta decirnos qué de Picasso hay en la ausencia,
cuánto cubismo en la manera de alejarnos,
el modo de mirarnos con ojos verticales
y saludarnos con la mano a la inversa,
la forma de beber un sólo vaso roto
que ya no tiene vidrio ni licor ni volumen,
el modo de no beber creyendo que se bebe
y seguir todos juntos ahora que estoy solo.

        Eugenio Montejo



Partitura de la cigarra. Colección La Cruz del Sur. Editorial Pre-textos.
Madrid. Buenos Aires. Valencia. 1999




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