(Agradezco a Isabel Carreira, colega y amiga, el haberme dado a conocer estos textos del poeta turco.)
La separación se balancea en el aire como una barra de hierro...
La separación se balancea en el aire como una barra de hierro
que golpea mi rostro mi rostro
estoy aturdido
huyo la separación me persigue
no puedo escapar
me fallan las piernas me derrumbaré
que golpea mi rostro mi rostro
estoy aturdido
huyo la separación me persigue
no puedo escapar
me fallan las piernas me derrumbaré
la separación no es tiempo ni camino
la separación es un puente entre nosotros
más fino que un cabello más cortante que una espada
más fino que un cabello más cortante que una espada
la separación es un puente entre nosotros
incluso cuando sentados nuestras rodillas se tocan
6 de junio de 1960 Vuelo Berlín-Moscú
la separación es un puente entre nosotros
más fino que un cabello más cortante que una espada
más fino que un cabello más cortante que una espada
la separación es un puente entre nosotros
incluso cuando sentados nuestras rodillas se tocan
6 de junio de 1960 Vuelo Berlín-Moscú
Mi mujer me acompañó hasta Brest,
bajó del tren y permaneció en el andén,
fue haciéndose cada vez más pequeña
hasta que se convirtió en un grano de trigo en el azul infinito,
después ya no pude ver nada más que los raíles.
Luego, cuando llamó desde Polonia, no pude responder.
No pude preguntar: « ¿Dónde estás, amada mía, dónde?»
«¡Ven conmigo!», dijo, pero no pude ir junto a ella,
el tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y me ahogaba la tristeza.
Luego, la nieve comenzó a disolverse sobre la tierra arenosa
y de repente me di cuenta de que mi mujer estaba mirándome
y me preguntaba: « ¿me has olvidado?, ¿me has olvidado?»,
la primavera caminaba por el cielo con los pies descalzos y embarrados.
Luego, las estrellas bajaron a posarse en los postes de telégrafo,
la oscuridad se abatió sobre el tren como si fuera lluvia,
mi mujer permanecía al pie de los postes de telégrafo,
su corazón latía tac tac como si estuviese en mis brazos,
los postes se acercaban y pasaban, pero ella no se movía del sitio,
el tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y me ahogaba la tristeza.
Luego, de repente, me di cuenta de que hace años, hace muchos años
que vivo en este tren
-pero todavía no sé cómo y por qué lo he comprendido-
y cantando con la misma fuerza y con la misma esperanza
sigo alejándome de la ciudad y de las mujeres amadas
y su nostalgia es como una herida abierta,
mientras me acerco a algún lugar, a algún lugar.
Mar Mediterráneo, marzo de 1960
bajó del tren y permaneció en el andén,
fue haciéndose cada vez más pequeña
hasta que se convirtió en un grano de trigo en el azul infinito,
después ya no pude ver nada más que los raíles.
Luego, cuando llamó desde Polonia, no pude responder.
No pude preguntar: « ¿Dónde estás, amada mía, dónde?»
«¡Ven conmigo!», dijo, pero no pude ir junto a ella,
el tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y me ahogaba la tristeza.
Luego, la nieve comenzó a disolverse sobre la tierra arenosa
y de repente me di cuenta de que mi mujer estaba mirándome
y me preguntaba: « ¿me has olvidado?, ¿me has olvidado?»,
la primavera caminaba por el cielo con los pies descalzos y embarrados.
Luego, las estrellas bajaron a posarse en los postes de telégrafo,
la oscuridad se abatió sobre el tren como si fuera lluvia,
mi mujer permanecía al pie de los postes de telégrafo,
su corazón latía tac tac como si estuviese en mis brazos,
los postes se acercaban y pasaban, pero ella no se movía del sitio,
el tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y me ahogaba la tristeza.
Luego, de repente, me di cuenta de que hace años, hace muchos años
que vivo en este tren
-pero todavía no sé cómo y por qué lo he comprendido-
y cantando con la misma fuerza y con la misma esperanza
sigo alejándome de la ciudad y de las mujeres amadas
y su nostalgia es como una herida abierta,
mientras me acerco a algún lugar, a algún lugar.
Mar Mediterráneo, marzo de 1960
Segunda carta a Taranta-Babu...
La que lleva en su cuello un collar de tres filas
hecho con dientes de mono azul,
que vive bajo el cielo como un pájaro de plumas rojas
y sobre la tierra como el agua que corre,
cuyas palabras son espejos de cobre de mis palabras,
y sus ojos de mis ojos,
madre de mi tercera hija
y de mi quinto hijo varón
¡TARANTA-BABU!
Ya no queda ninguna puerta
a la que no haya llamado
todos estos meses.
Calle a calle
fragua a fragua
paso a paso.
¡En Roma
he buscado a Roma!...
Aquí
los grandes maestros
ya no tallan el mármol
como un tejido de seda.
Ya no soplan los vientos de Florencia,
ya no se escuchan los cantos de Dante Alighieri,
ni se admira el rostro pintado de Beatriz,
ni se ven las manos, dignas de ser besadas,
de Leonardo da Vinci.
¡Miguel Ángel
es un presidiario encadenado en los museos,
y de su cuello pálido
colgaron a Rafael en la pared de una catedral!...
Hoy,
en las grandes y anchas avenidas de Roma
no hay más que una sombra sangrienta
apoyada, como un hacha de dos filos
contra los bancos de hormigón,
para un César
cortando a cada paso
la cabeza
de un esclavo,
abriendo a cada paso
una tumba.
¡Roma!
No preguntes:
"¿Quo Vadis, Roma?"
Está tan claro
como el sol de nuestras tierra!
¡Calla Taranta-Babu!
Cállate
con amor,
con respeto,
riendo,
gritando...
Escucha y mira:
¡ESPARTACO rompe sus cadenas
en los arrabales de Roma!
Cartas a Taranta-Babu (1935)
hecho con dientes de mono azul,
que vive bajo el cielo como un pájaro de plumas rojas
y sobre la tierra como el agua que corre,
cuyas palabras son espejos de cobre de mis palabras,
y sus ojos de mis ojos,
madre de mi tercera hija
y de mi quinto hijo varón
¡TARANTA-BABU!
Ya no queda ninguna puerta
a la que no haya llamado
todos estos meses.
Calle a calle
fragua a fragua
paso a paso.
¡En Roma
he buscado a Roma!...
Aquí
los grandes maestros
ya no tallan el mármol
como un tejido de seda.
Ya no soplan los vientos de Florencia,
ya no se escuchan los cantos de Dante Alighieri,
ni se admira el rostro pintado de Beatriz,
ni se ven las manos, dignas de ser besadas,
de Leonardo da Vinci.
¡Miguel Ángel
es un presidiario encadenado en los museos,
y de su cuello pálido
colgaron a Rafael en la pared de una catedral!...
Hoy,
en las grandes y anchas avenidas de Roma
no hay más que una sombra sangrienta
apoyada, como un hacha de dos filos
contra los bancos de hormigón,
para un César
cortando a cada paso
la cabeza
de un esclavo,
abriendo a cada paso
una tumba.
¡Roma!
No preguntes:
"¿Quo Vadis, Roma?"
Está tan claro
como el sol de nuestras tierra!
¡Calla Taranta-Babu!
Cállate
con amor,
con respeto,
riendo,
gritando...
Escucha y mira:
¡ESPARTACO rompe sus cadenas
en los arrabales de Roma!
Cartas a Taranta-Babu (1935)
Nazim Hikmet Ran
(Salónica, Imperio Otomano, 20 de noviembre de 1901-Moscú, 3 de junio de 1963)
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