Continuando el ciclo "El alcoholismo en el cine", publicamos hoy el texto que su autora presentó durante el cine foro que siguió a la proyección de la película "Días de vino y rosas" de Blake Edwards. La Dra. López es Jefa del Servicio de Recuperación de enfermos alcohólicos del Hospital Psiquiátrico de Caracas y Coordinadora del Postgrado de Psiquiatría de ese Hospital.
Tibisay López
Days of wine and roses es una película norteamericana estrenada en 1962, dirigida por Blake Edwards, director, guionista, productor y actor nacido en Tulsa, Oklahoma, conocido fundamentalmente por la serie de La Pantera Rosa, así como sus comedias El Apartamento, La Carrera del Siglo, 10: la Mujer Perfecta y Victor, Victoria. Este hecho muestra claramente un paralelismo de dicho director con el gran comediógrafo Billy Wilder, quien rodó en 1945 Días sin huella (The lost Weekend) comentada en este blog con anterioridad, y si bien es apresurado afirmar que existe una influencia directa de Wilder, sí se puede hablar de un reconocimiento a la obra del director austríaco. La música y la canción de Henri Mancini Days of wine and roses, con letra de Johnny Mercer, la hicieron merecedora del Oscar a la Mejor Canción en 1963. De igual manera, la película ganó el Premio Golden Laurel en las categorías de Drama, Mejor Actriz Dramática (Lee Remick) y Mejor Actor Dramático (Jack Lemmon) así como la Concha de Plata del Festival de Cine de San Sebastián 1963 al Mejor Director (Edwards) Mejor Actor (Lemmon) y Mejor Actriz (Remick) y el Premio Sant Jordi 1964 a la Mejor Interpretación en Película Extranjera (Lemmon) y el Premio Fotogramas de Plata 1964 al Mejor Intérprete de Cine Extranjero (Lemmon).
La película fue la adaptación de un dramático televisivo del mismo nombre escrito por J. P. Miller, dirigida por John Frankenheimer y protagonizada por Cliff Robertson, Piper Laurie y Charles Bickford, la cual fue muy aclamada en 1958.
Días de vino y rosas (Days of wine and roses) es un estudio de las destructividad de las adicciones y muestra las diversas fases de la clínica del alcoholismo, así como también destaca la tendencia latente del paciente a desarrollar la enfermedad. El film está cargado de un extraordinario realismo, mostrando claramente el papel de la voluntad y la libre elección en la rehabilitación, lo que la hace altamente recomendable para ser vista y comentada por adictos y familiares. Edwards nos ofrece una visión total del problema del alcoholismo al mostrar todas las etapas de la enfermedad alcohólica, que describiré utilizando las Fases descritas por Jellinek (1952).
Al comienzo de la película se puede observar que Kristen Arnesen (Lee Remick) una secretaria de la empresa para la que trabaja el pujante relacionista público Joe Clay (Jack Lemmon) se encuentra en la Fase Prealcohólica, siendo iniciada en el consumo por Joe, con quien contrae matrimonio. Mucho después, en un diálogo con un representante de Alcohólicos Anónimos llamado Hungerford, éste tratará de aliviar la culpa de Joe por haber inducido a su mujer al alcohol, haciéndole ver que Kristen ya poseía la enfermedad latente o la predisposición genética a desarrollar la enfermedad, puesta en evidencia quizá por la compulsividad con que ingería chocolate.
Joe, por su parte, se encontraba para el momento del inicio de la película en la Fase Prodrómica mostrada por la avidez del consumo y su capacidad casi ilimitada para beber alcohol (aumento de la tolerancia). De hecho, su vida giraba en este mo mento en torno al consumo de alcohol, que él asumía como parte de su trabajo.
Ambos entran en una espiral descendente hacia la degradación física, moral y social. En el caso de Kristen se observa el deterioro acelerado en el hecho de que bebe en su casa y a escondidas, como se sugiere en la escena en la cual mientras beben, Joe comenta que pensaba que había tres botellas y encuentra solamente dos.
Rápidamente ambos personajes entran en la Fase Crítica o Crucial: pierden el control de la bebida y viven ebrios prácticamente a diario. Comienza la presión en el trabajo de Joe, quien es objeto de un despido indirecto cuando lo bajan de categoría. Entretanto Kristen descuida su función materna y pone en riesgo su vida y la de su hija al dejar encendido un cigarrillo y provocar un incendio en su casa. Ambos pierden trabajo, amistades, casa y Kristen muestra una marcada apatía hacia otros intereses.
Un día Joe camina por la calle y se detiene tentado ante un bar. Al ver su reflejo en el cristal de la ventana, en una secuencia que para mí es magistral, en un breve instante adquiere conciencia parcial de enfermedad y al llegar a casa le dice a Kristen:
- "Pasé por Union Square Bar y me vi a mí mismo, ví mi reflejo en la ventana y pensé: ¿Quién es ese borracho? Y entonces vi que era yo, mi reflejo en la ventana. Mírame: soy un borracho. ¡Mírame!...Mírate: eres una borracha. Mírate y míranos ¿ves?...somos una pareja de borrachos."
Ambos deciden ponerle fin a la adicción y buscan el apoyo del padre de Kristen trabajando en el vivero de éste. Pero después de un mes de sobriedad viene la recaída, mostrándose con toda su fuerza el lado más oscuro de la adicción, cuando Joe destruye el vivero en busca de una botella de licor escondida por él mismo. Ese lado egoísta y la ausencia de vínculo le serán revelados más tarde por el representante de Alcohólicos Anónimos cuando le señala que ingirió la botella a solas y no fue a buscar a su esposa. Para el adicto, el objeto de la adicción (en este caso el alcohol) es Dios.
Sobreviene la primera hospitalización de Joe y vemos el primer episodio del síndrome de abstinencia alcohólica. El paciente egresa después de ser contactado por Alcohólicos Anónimos e inicia el proceso de rehabilitación. Sin embargo, en su intento en convencer a su esposa, quien no posee en absoluto conciencia de enfermedad, recae nuevamente. Esta vez la degradación moral llega al máximo, roba una botella de licor de un almacén y sobreviene un nuevo episodio de abstinencia, llegando al delirium tremens. Nuevamente orientado por el representante de Alcohólicos Anónimos, tiene que decidirse a dejar totalmente de la bebida aunque esto signifique alejarse de su esposa.
En Kristen, la historia natural de la enfermedad continúa hacia la Fase Crónica, sus períodos de embriaguez son prolongados y su marcado deterioro moral la lleva a abandonar a Joe y la casa paterna durante varios días mientras anda con diferentes compañeros de juerga.
Después de un año de sobriedad, comportándose como un padre responsable, Joe es capaz de sobreponerse a las demandas de Kristen, y a pesar de amarla, no cae en el juego propuesto por ella, ya que no se reconoce como alcohólica y manifiesta su falta de motivación para dejar de beber. Joe, con determinación, le señala que anteriormente eran un trío: ellos dos y el alcohol, pero que en su nueva vida hay espacio para ella pero no para el trío, y le dice con firmeza: -"Yo me agarré a algo que me permitió mantenerme a flote y no estoy dispuesto a soltarme, ni por tí ni por nadie".
Sin embargo, cuando Kristen se marcha, Joe enfrenta la necesidad de ir tras ella y el plano final es quizá la imagen que muestra toda la magnitud del drama interior del personaje: cuando observa a Kristen caminar calle abajo, vemos su rostro a través del cristal de la ventana y el reflejo del rótulo intermitente del Bar, que incita a nuevos clientes, pero que le recuerda a Joe la insidia, el deseo de tomar que tendrá que enfrentar, también de manera intermitente
.
El final, aunque incierto, es esperanzador en la respuesta que le da a su hija Debbie cuendo ésta le pregunta si su mamá se pondrá bien. Le responde:
- "Yo lo hice, ¿No?"
Depende de ella, de su voluntad, de su libre escogencia.
Tibisay López
Days of wine and roses es una película norteamericana estrenada en 1962, dirigida por Blake Edwards, director, guionista, productor y actor nacido en Tulsa, Oklahoma, conocido fundamentalmente por la serie de La Pantera Rosa, así como sus comedias El Apartamento, La Carrera del Siglo, 10: la Mujer Perfecta y Victor, Victoria. Este hecho muestra claramente un paralelismo de dicho director con el gran comediógrafo Billy Wilder, quien rodó en 1945 Días sin huella (The lost Weekend) comentada en este blog con anterioridad, y si bien es apresurado afirmar que existe una influencia directa de Wilder, sí se puede hablar de un reconocimiento a la obra del director austríaco. La música y la canción de Henri Mancini Days of wine and roses, con letra de Johnny Mercer, la hicieron merecedora del Oscar a la Mejor Canción en 1963. De igual manera, la película ganó el Premio Golden Laurel en las categorías de Drama, Mejor Actriz Dramática (Lee Remick) y Mejor Actor Dramático (Jack Lemmon) así como la Concha de Plata del Festival de Cine de San Sebastián 1963 al Mejor Director (Edwards) Mejor Actor (Lemmon) y Mejor Actriz (Remick) y el Premio Sant Jordi 1964 a la Mejor Interpretación en Película Extranjera (Lemmon) y el Premio Fotogramas de Plata 1964 al Mejor Intérprete de Cine Extranjero (Lemmon).
La película fue la adaptación de un dramático televisivo del mismo nombre escrito por J. P. Miller, dirigida por John Frankenheimer y protagonizada por Cliff Robertson, Piper Laurie y Charles Bickford, la cual fue muy aclamada en 1958.
Días de vino y rosas (Days of wine and roses) es un estudio de las destructividad de las adicciones y muestra las diversas fases de la clínica del alcoholismo, así como también destaca la tendencia latente del paciente a desarrollar la enfermedad. El film está cargado de un extraordinario realismo, mostrando claramente el papel de la voluntad y la libre elección en la rehabilitación, lo que la hace altamente recomendable para ser vista y comentada por adictos y familiares. Edwards nos ofrece una visión total del problema del alcoholismo al mostrar todas las etapas de la enfermedad alcohólica, que describiré utilizando las Fases descritas por Jellinek (1952).
Al comienzo de la película se puede observar que Kristen Arnesen (Lee Remick) una secretaria de la empresa para la que trabaja el pujante relacionista público Joe Clay (Jack Lemmon) se encuentra en la Fase Prealcohólica, siendo iniciada en el consumo por Joe, con quien contrae matrimonio. Mucho después, en un diálogo con un representante de Alcohólicos Anónimos llamado Hungerford, éste tratará de aliviar la culpa de Joe por haber inducido a su mujer al alcohol, haciéndole ver que Kristen ya poseía la enfermedad latente o la predisposición genética a desarrollar la enfermedad, puesta en evidencia quizá por la compulsividad con que ingería chocolate.
Joe, por su parte, se encontraba para el momento del inicio de la película en la Fase Prodrómica mostrada por la avidez del consumo y su capacidad casi ilimitada para beber alcohol (aumento de la tolerancia). De hecho, su vida giraba en este mo mento en torno al consumo de alcohol, que él asumía como parte de su trabajo.
Ambos entran en una espiral descendente hacia la degradación física, moral y social. En el caso de Kristen se observa el deterioro acelerado en el hecho de que bebe en su casa y a escondidas, como se sugiere en la escena en la cual mientras beben, Joe comenta que pensaba que había tres botellas y encuentra solamente dos.
Rápidamente ambos personajes entran en la Fase Crítica o Crucial: pierden el control de la bebida y viven ebrios prácticamente a diario. Comienza la presión en el trabajo de Joe, quien es objeto de un despido indirecto cuando lo bajan de categoría. Entretanto Kristen descuida su función materna y pone en riesgo su vida y la de su hija al dejar encendido un cigarrillo y provocar un incendio en su casa. Ambos pierden trabajo, amistades, casa y Kristen muestra una marcada apatía hacia otros intereses.
Un día Joe camina por la calle y se detiene tentado ante un bar. Al ver su reflejo en el cristal de la ventana, en una secuencia que para mí es magistral, en un breve instante adquiere conciencia parcial de enfermedad y al llegar a casa le dice a Kristen:
- "Pasé por Union Square Bar y me vi a mí mismo, ví mi reflejo en la ventana y pensé: ¿Quién es ese borracho? Y entonces vi que era yo, mi reflejo en la ventana. Mírame: soy un borracho. ¡Mírame!...Mírate: eres una borracha. Mírate y míranos ¿ves?...somos una pareja de borrachos."
Ambos deciden ponerle fin a la adicción y buscan el apoyo del padre de Kristen trabajando en el vivero de éste. Pero después de un mes de sobriedad viene la recaída, mostrándose con toda su fuerza el lado más oscuro de la adicción, cuando Joe destruye el vivero en busca de una botella de licor escondida por él mismo. Ese lado egoísta y la ausencia de vínculo le serán revelados más tarde por el representante de Alcohólicos Anónimos cuando le señala que ingirió la botella a solas y no fue a buscar a su esposa. Para el adicto, el objeto de la adicción (en este caso el alcohol) es Dios.
Sobreviene la primera hospitalización de Joe y vemos el primer episodio del síndrome de abstinencia alcohólica. El paciente egresa después de ser contactado por Alcohólicos Anónimos e inicia el proceso de rehabilitación. Sin embargo, en su intento en convencer a su esposa, quien no posee en absoluto conciencia de enfermedad, recae nuevamente. Esta vez la degradación moral llega al máximo, roba una botella de licor de un almacén y sobreviene un nuevo episodio de abstinencia, llegando al delirium tremens. Nuevamente orientado por el representante de Alcohólicos Anónimos, tiene que decidirse a dejar totalmente de la bebida aunque esto signifique alejarse de su esposa.
En Kristen, la historia natural de la enfermedad continúa hacia la Fase Crónica, sus períodos de embriaguez son prolongados y su marcado deterioro moral la lleva a abandonar a Joe y la casa paterna durante varios días mientras anda con diferentes compañeros de juerga.
Después de un año de sobriedad, comportándose como un padre responsable, Joe es capaz de sobreponerse a las demandas de Kristen, y a pesar de amarla, no cae en el juego propuesto por ella, ya que no se reconoce como alcohólica y manifiesta su falta de motivación para dejar de beber. Joe, con determinación, le señala que anteriormente eran un trío: ellos dos y el alcohol, pero que en su nueva vida hay espacio para ella pero no para el trío, y le dice con firmeza: -"Yo me agarré a algo que me permitió mantenerme a flote y no estoy dispuesto a soltarme, ni por tí ni por nadie".
Sin embargo, cuando Kristen se marcha, Joe enfrenta la necesidad de ir tras ella y el plano final es quizá la imagen que muestra toda la magnitud del drama interior del personaje: cuando observa a Kristen caminar calle abajo, vemos su rostro a través del cristal de la ventana y el reflejo del rótulo intermitente del Bar, que incita a nuevos clientes, pero que le recuerda a Joe la insidia, el deseo de tomar que tendrá que enfrentar, también de manera intermitente
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El final, aunque incierto, es esperanzador en la respuesta que le da a su hija Debbie cuendo ésta le pregunta si su mamá se pondrá bien. Le responde:
- "Yo lo hice, ¿No?"
Depende de ella, de su voluntad, de su libre escogencia.
El apóstol Pablo hablaba de una espina clavada en su carne, un enviado de Satanás, que lo abofeteaba para humillarlo. Tres veces le pidió a Dios que lo librara, pero él le respondió: "Te basta mi gracia, Pablo, porque mi poder se manifiesta en la debilidad" (Ver la Segunda carta a los Corintios 12: 8 y 9). Quizá la insidia intermitente, que estará presente para siempre en la vida de Joe,sea algo como esa espina. Por eso, entre los principios de AA está la de confiar en una fuerza superior (que algunos llamamos Dios) que fortalecerá la débil voluntad del adicto para resistir la tentación de beber. Excelente artículo.
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