viernes, 16 de agosto de 2013

LA HUELLA DE LO SAGRADO

                                                                 EDGAR BENÍTEZ (*)




I


 


Todo nace de la noche:


La silueta,


la montaña,

el árbol,

el pájaro que canta,

la verdad,

el alma.

La vida y

la muerte;

el principio

y el fin.

Todo,

como aquella palabra,

la naciente, la bautismal,

la que por primera vez

va creando al mundo

 

 



III

 

Díctame

tus versos misteriosos

aunque yo no los entienda

y quede como un ignorante.

 

Eso sí,

que sean

canto del silencio

y tú

mi único lector.
 
 
 
 
VIII
 
¿Cuántas veces
nos hemos topado
con lo mismo?
 
¿Cuántas veces más
habrá de suceder?
 
Afortunadamente
el espíritu
no cuenta historias.



X

 

Nunca sabré

si el que escribo

es el último verso

 

hasta que la primera palabra

me toma por sorpresa.

 

XII

                                                                         A  Mariela Garmendia

 

¿Quiénes están aquí

hoy con nosotros?

 

¿Quiénes, amiga,

nos acompañan?

Parece

 que habláramos

 otras voces
 y nos dejáramos pensar

 por otros.
 

 

XIII

 

El pájaro

 la brisa

la flor

 la roca

 

 y yo

somos la misma sustancia

 hecha

 de todo

 de nada

 de Dios.

 

 

XIV

 

Lo devora todo.

Desciende como lava

sobre el mundo.

 

Se interna sin temor

en los abismos

y es frágil

como el ensueño.

 

 

XV

 

Tu voz

 no me es extraña.

 Te busco tras el muro.

 Impredecible emerges

 como una ballena

 en el ancho océano.

 

Oscuro habitante

sin nombre,

¿Quién eres?...

 

 

XVII

 

¡Alerta!

que

 en cualquier

 momento

 caerá un pétalo

 de aquella flor

 ¡para siempre!




XXII


Y nosotros

los que otrora fuimos

sueño de lo eterno

seremos memoria

 en la huella infinita.

 

 

 

 
XXIX

 A Tilly Gross,

fallecida en un campo de

concentración nazi

en Polonia.

 

Esas mariposas

 

Las dibujadas

por las mujeres

en los tablones
 
de las barracas
 
de Auschwitz.

 

      Esas calladas mariposas…








XXXII


 


Animal

 que se alimenta

 de incertidumbres.

Lobo

 con alas de ángel.

Egoísta fraterno.

Eso soy.







XXXVI







Largos años en la tierra;
pero es Abril
y los cantos han subido hasta los árboles
y el sol es una hoja seca
de transparentes alas
que irá a morir al bosque
donde reina
el rumor de la chicharra.






 


 

 XXXIX

 

Dime tu nombre

 extraño visitante

 con ropas

 de campana rota.

 

 

XL

 

Como un escarabajo

Que hurga en el estiércol

Así hurgo yo

en el silencio de Dios.

 

 

LXX

 

En mi último sueño pude ver

una catedral en medio del bosque

en cuyo centro

había una mujer desnuda

sosteniendo una flor de piedra en sus manos

sobre la que caían rayos de oro del cielo

que luego salían por su boca

mientras las muchedumbres vacías

se arrodillaban

sobre lo efímero

de sus desesperanzas.
 
 
 
 
 
 
 
 

(*) (Caracas, 1951). De su poemario "La Huella infinita" (Barquisimeto, marzo 2013) entresaco algunos de sus textos, consciente de lo arbitrario de toda antología. Anota en el prólogo de este libro lo que me parece su "Ars Poetica":

"...He querido celebrar la presencia de la huella de lo sagrado en todas las cosas: en una pequeña piedra, en los seres, en el hombre, en la amistad, en el amor, en el sufrimiento, en los sueños, en el olvido; pero sobre todo en la relación nupcial que existe entre la palabra y el silencio"...

 
 


 
 

1 comentario:

  1. JOSÉ ORELLANA ESCRIBIÓ: Hola, Don Franklin.Gusto en leer las cosechas propias y las ajenas.
    Muy original esta especie o género de poesía del colega Benítez, cuasi
    monosilábica con un engarce de las palabras que llevan ritmo,
    sonoridad, fortaleza y un seguimiento de Gracián en lo que bueno, si
    breve, dos veces bueno.

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