lunes, 1 de septiembre de 2014

CARTA DE UN COLEGA QUE REGRESA


Estoy llegando de una muy sabrosa y descansada semana en el estado Sucre, sin radio, periódico ni Internet. Mi colon irritable se corrigió. No más llegando a Caracas y sometido al bombardeo informativo, comenzó la ansiedad y el colon a echar varilla.





Fuimos a una posada en el Golfo de Cariaco. El dueño y chef es un ex piloto de aviación francés, originario de la Borgoña ("los parisinos son muy antipáticos") casado con una local. Ella, además del español orientarrrrrrr,  habla francés e inglés, al igual que la hija de 11 años, la cual estudia en una escuela de Fe y Alegría en Cariaco. Son unas personas increíbles. La comida, alucinante.
Él opina: "Ésto está tan mal que no puede durar".
No es la primera vez que escucho este tipo de opinión, y llama mi atención cuando proviene de un extranjero. Su deducción es lógica, pero, ¿será que se olvidó que Cuba existe y que en este país no hay nada lógico?





Mi optimismo ya no es el mismo. El "bravo pueblo" está anestesiado y parece que ya no hay extremo, tan extremo como el hambre, que lo haga despertar.
La ignorancia nos está acabando como país y sociedad. Me atrevería a decir que en esta última fase nos hunde un pueblo retrechero que no quiere reconocer que se equivocó.
Hace poco, en la consulta privada, el esposo de una paciente, universitario de clase media baja,  después que le doy el récipe con cuatro opciones de medicación, me dice: 

- "Al principio yo creía que lo del desabastecimiento era puro cuento, pero ahora debo admitir que era un problema serio".

Puedo asegurar que éste no me va a llamar cuando no encuentre la medicación.
Parece que necesitamos un padre confesor que nos exculpe de nuestros pecados, de lado y lado, y nos reúna en una comunión por el país.
¿Reconciliación?
Pero mi corazón se pregunta:
¿Perdón sin justicia?

Saludos
M. A. A.






3 comentarios:

  1. En política no hay nada absolutamente impeorable (Juan de Mairena)
    Hasta que no entendamos que esto no empezó con Chávez sino un poco más atrasito, incluso antes de Irene, no lo resolvemos porque en el mejor de los casos nos pondran a dar vueltas en la noria.
    No eramos felices y lo sabíamos y no fué que nos equivocamos sino que nos encallejonaron, aunque yo no caí en la trampa.
    Si es posible otro mundo en Venezuela, al menos pudo serlo por unos 18 años. Venezuela fué posible del 60 al 80.
    En Cuba a quien cambiaron fué a Batista, no a Rómulo y a Caldera. Venezuela si sabe que puede protestar y que le respondan con planazos y no con "balas extraoficiales". Lo que sientan los de clase media cuando lean este párrafo, es lo que hay que cambiar.

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  2. No hay reconciliación sin justicia. La reconciliación lo que implica es prescindir de la venganza.
    Quien se reconcilia sin exigir la justa reparación no es un "manso del señor" sino un cómplice.

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  3. ¡Que cansancio! ¡Hasta cuando hablar de reconciliación sin considerar que la justicia es una premisa para llegar a la primera! Hay que sembrar conciencia para que haya paz. Lo demás vendrá por añadidura. Esa reconciliación boba que se muestra tímida ante la discusión fundamental que no podemos soslayar es una promoción más de la impunidad que nos está ahogando. No quiero conciliar, quiero que haya justicia. NMR

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