domingo, 10 de enero de 2016

EL SIGLO ANTONIO ESTÉVEZ


                                         ANA MARÍA HERNÁNDEZ G (*) 






Fotografía de Estévez tomada por Carlos Cruz-Diez en 1968



El 3 de enero de 2016 amaneció con la celebración del centenario del compositor calaboceño Antonio Estévez.

Y si su obra más conocida es la Cantata Criolla, Estévez tiene otros méritos de gran envergadura, desde una importante obra pianística y coral, hasta la fundación de una de las instituciones patrimoniales del país, como el Orfeón Universitario de la Universidad Central de Venezuela.

El libro Sonido que es imagen (1996) lo define como "el músico más profundo y emotivo de la generación de compositores nacionalistas", y agrega que en 1926 ingresó a una banda fundada en el estado Guárico, como ejecutante del genis (suerte de trompeta).

Para examen

La pianista venezolana Clara Rodríguez, quien reside en el Reino Unido, comenta con orgullo que la Canción de cuna para dormir una muñeca de Estévez fue escogida para el período 2015-2016 como pieza para los exámenes de grado de la Associated Board of the Royal Schools of Music: "Al final del lapso, la obra va a haber sido tocada por cerca de 40 mil pianistas alrededor del mundo".

Sobre las obras del maestro señala que "cada una de sus piezas tiene su propia personalidad. En contraste con su conocido carácter recio y su poco diplomática libertad de expresión, su música tiene una profunda poesía, momentos de absoluta ternura y de delicada filigrana".

Incluso, Rodríguez destaca la pasión que Estévez le imprimió a su trabajo: "Hay un amor profundo por su tierra representado en sus obras que incluye la Suite llanera, y por supuesto en la emblemática Cantata Criolla, la cual es para nosotros el equivalente al Mesías de Handel para los ingleses. Nos emocionamos al oirla, se nos pone la carne de gallina desde la primera nota".

De la literatura musical del maestro, Rodríguez grabará este año sus 17 canciones infantiles, y la pianista recuerda que cuando Estévez se las escuchó en una ocasión, en el Museo del Teclado, dijo: "Clara Rodríguez es una poeta del piano. Si yo fuera pianista, me gustaría tocarlas como ella lo hace".

Las notas del Orfeón UCV

El Orfeón de la UCV rendirá su homenaje a Estévez, según informó la coordinadora de la agrupación, Diana Herrera.

"Nuestro director, profesor Raúl López Moreno, está diseñando y preparando un concierto dedicado exclusivamente a la obra coral del maestro Estévez, en el marco de las diferentes actividades que estará desarrollando la Universidad Central, a través de la Escuela de Artes, la Dirección de Cultura y el Rectorado", señaló, y agregó que también "tenemos la intención de llevar parte de este trabajo a la población de Calabozo", y "estaremos inmersos en la interpretación de la Cantata Criolla como parte de la masa coral protagonista de este montaje que seguramente propondrán los diferentes actores de la vida sinfónica musical de Venezuela".

Icono del nacionalismo

Para el pianista y musicólogo Juan Francisco Sans, hay una analogía entre Juan Rulfo y Antonio Estévez, en el sentido de que "al escritor mexicano le bastaron apenas dos novelas -El llano en llamas (1953) y Pedro Páramo (1955)- para ser reconocido como uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX. Otro tanto ocurrió en el caso de Estévez: su Cantata Criolla se convirtió desde su estreno en 1954 en el icono del nacionalismo musical venezolano".

Discípulo de Vicente Emilio Sojo, Estévez también fue instrumentista, y luego de haber sido intérprete del genis, estudió oboe y clarinete; perteneció a la Banda Marcial Caracas dirigida por Pedro Elías Gutiérrez (autor del Alma llanera) e integrante de la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Como creador, su obra cabalga entre el nacionalismo y la estética contemporánea.

Sobre ello, Sans dice que en la producción de Estévez "encontramos retratado el enorme dilema de quienes estuvieron adscritos inicialmente al nacionalismo musical venezolano y procuraron luego un cambio de estética: una lucha interior entre las tendencias más conservadoras y el experimentalismo; entre tradición y vanguardia, entre lo nuevo y lo ya estatuido, entre el deber de 'hacer patria' con la música y la necesidad de encontrar un camino propio e individual".

Pero sobre todo resalta el musicólogo a un rasgo único en el autor llanero: "Se aventuró en mares por los que ninguno de sus contemporáneos se atrevió a navegar. Me refiero particularmente a la música electrónica y a la integración de las artes con Carlos Raúl Villanueva y Jesús Soto".

De hecho, fue el propio Antonio Estévez quien fundó en 1971 el Instituto de Fonología Musical, y lo dirigió hasta 1979.

No obstante, Sans resalta que luego de esa incursión por la electrónica, calificado como "salto acrobático en su estilo", Estévez retornó a lo anterior.

"Lo cierto es que nunca se halló cómodo con la música electrónica, lo cual se hace evidente en la propia música que hizo para este medio, y esa etapa no dejó de ser algo meramente anecdótico en su vida", dice.

Por fortuna, ese material sonoro -a pesar de haber sido desdeñado por el propio autor- se ha rescatado.

Lo hizo "Daniel Atilano, en un magnífico trabajo interactivo que espero se edite algún día. En su música postrera, Estévez regresó a su estilo previo, asimilando no obstante lo aprendido en esta experiencia".

Esperemos en estos meses los programas que sobre Antonio Estévez, ofrezcan las orquestas y los músicos venezolanos.


(*) Publicada originalmente el domingo 10 de enero de 2016 en El Universal.

Sobre el compositor, invitamos a leer: "Antonio Estévez...¡tan lejos y tan cerca!" 

1 comentario:

  1. MARIANO FUENTE,sj, ESCRIBIÓ:

    Muchas gracias, Franklin. He leído con mucho interés la memoria que
    acerca de Antonio Estévez, totalmente desconocido para mí, escribe Ana
    María Hernández. Pero mucho más me he recreado en el largo anecdotario
    que tu escribiste en 2012. Me alegra mucho porque en él te retratas tú
    y me complace mucho el conocerte más. Muchas gracias y que Dios te
    bendiga

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