lunes, 24 de junio de 2013

10 GUÍAS SOBRE LÓGICA POLÍTICA

Abstenerse de votar en nombre de la lógica natural es abandonar espacios y con ellos a los venezolanos, a quienes no puede serles indiferente que la Alcaldía Mayor sea dirigida por ese excelente líder que es Antonio Ledezma y no por cualquier fundamentalista dominado por el odio, o que en el Municipio Sucre el alcalde sea el gran Ocariz y no el lamentable Ojeda, para poner solo esos ejemplos.
                                                     AMÉRICO MARTÍN (*)
MUD
1Emil Littré definió la política como ciencia. Paul Robert, como arte. Si me tocara zanjar la discusión optaría por la cómoda respuesta ecléctica: es las dos cosas, pero serán la improvisación, la intuición, el pálpito, los determinantes en cada momento del peso de una o de la otra. Como ciencia, la política se fundamenta en datos, números, hechos comprobables. Como arte, en "olfato", sutileza y sentido de la oportunidad. Hay pues una lógica tradicional, científica y una lógica intuitiva, "artística". A veces no es posible que coincidan y entonces una sana y bien adiestrada dirección política deberá escoger
2 Como no estoy escribiendo un tratado de Lógica, no citaré a Aristóteles, Averroes, Kant o Hegel. Hablaré de la lógica natural, la destreza común de razonar sin esgrimir datos científicos. En nombre de ella, se reprocha a Capriles la supuesta enormidad de llamar a participar en las elecciones de 8D, pese a haber denunciado un fraude en las de 14A. Ese llamado ­enfatizan- no resiste el silogismo lógico porque se es o no se es. Si usted dice que en abril hubo un fraude no puede convalidarlo en diciembre. Es ilógico, por decir lo menos. Y sin embargo, en lo que sigue demostraré que desde el punto de vista del arte político es perfectamente lógico.
3 El objetivo de la política es el poder. ¿Alcanzarlo para qué? Ahí se bifurcan los caminos: para instalar una dictadura mesiánica, enriquecerse y colmar el apetito del mando, o para desarrollar un país en libertad, con alto nivel de vida y sometiéndose ­humildemente-a la alternación del poder y las exigencias de la democracia. Ambas fórmulas pueden haberse ajustado a la lógica para lograr sus fines, aunque una sea inmoral y la otra moral.
4 En busca de ese objetivo, la lucha política se libra todo el tiempo en muchos espacios. Los desniveles culturales -según los lugares- son profundos, las motivaciones también. Hay que adaptar el lenguaje. Las razones válidas para unos pueden no convencer a otros. La Autonomía Universitaria le dice más a ciudadanos, docentes, estudiantes y trabajadores de la educación, que a comunidades indígenas o pobladores diezmados por el hambre y el desempleo. Pero todo es importante. La autonomía, calmar el hambre, combatir la discriminación étnica por razones de sexo y de minoría marginada. En todos hay que ganar voluntades, reunir mayorías.
5 La pelea por pulgadas en tantos tableros simultáneos impone flexibilidades, siempre que sean compatibles con la moral política si es que nos referimos a demócratas sinceros. La lógica natural podría conducir a calles ciegas, a embarcar todo el cacao en una sola batalla final, a disputar en el terreno del otro, y abandonar retos y oportunidades alegando incompatibilidades formales. Sus propiciadores a veces reducen el asunto a un desahogo emocional.
6 El fraude nunca es absoluto: no ocultó el descomunal crecimiento de la oposición y el enorme desconcierto de los cuestionados ganadores. El "perdedor" emergió unido, consciente por primera vez de su condición de mayoría, con un líder y provisto de tarjeta única. El "ganador" quedó dominado por el amargo sabor de la derrota. Típico caso del perdedor-ganador y del ganador-perdedor.
7 Los manejos maliciosos tampoco pudieron evitar la derrota oficialista en un referendo, ni la elección de Capriles, Ledezma, Henri Falcón y otros odiados "apátridas". Porque para saber cuánto puede lograrse, cuánto obtenerse, es menester meterse en la candela con argumentos sólidos y tenacidad animada por el hambre de la victoria.
8 Abstenerse de votar en nombre de la lógica natural es abandonar espacios y con ellos a los venezolanos, a quienes no puede serles indiferente que la Alcaldía Mayor sea dirigida por ese excelente líder que es Antonio Ledezma y no por cualquier fundamentalista dominado por el odio, o que en el Municipio Sucre el alcalde sea el gran Ocariz y no el lamentable Ojeda, para poner solo esos ejemplos.
9 Además de una lógica política hay una moral de esa índole. ¿Niegan la lógica natural y los principios morales?  Para nada. Tienen ámbitos propios, pero no se excluyen. Por ejemplo: la corrupción es aborrecible. En nombre de la Moral es justo castigar a todo corrupto al mismo tiempo y sin distingos, pero en nombre de la política el asunto es ligeramente distinto. Caben los gradientes. Centrando el ataque en la cumbre del poder corrupto, podrá dejarse de lado o llevados a lavarse las manos a quienes estén en las orillas. Y por eso la victoria política supone reducir el campo contrario, silenciar baterías, desarbolar de respaldos y seguidores al adversario, cosa que no ocurriría si se usan las armas de la crítica contra todos al mismo tiempo. El resultado sería bien inmoral desde cualquier punto de vista: la perpetuación del poder.
10 Hay muchas definiciones de lo que sea la política. Aportaré una mía, puramente instrumental: si quieres impulsar desde el poder un cambio debes ganar a todo el que puedas ganar, neutralizar a quien no puedas ganar, y enfrentar a quien ni siquiera puedas neutralizar. La MUD debería atenerse a esa regla. Se ha consagrado al cambio progresista y no puede regalarle espacios ­en este caso los municipales- a quienes pretende sustituir. En nombre de cierta moral la política como arte-ciencia suele ser injustamente cuestionada. Pero tomemos el caso y preguntemos: ¿Será preferible hundirse en la fetidez agitando vigorosamente el banderín de los "principios"?
(*) Escritor. Abogado. Ex-candidato presidencial. Artículo publicado originalmente en Tal Cual el 23-06-2013

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